31/08/10
Pasos a nivel mortales
La subsistencia de los pasos a nivel en casi toda la ciudad de Buenos Aires y toda la vasta extensión de su conurbano es, sin dudas, una rémora que no sólo dificulta la fluida circulación del tránsito automotor y da origen a molestos embotellamientos, sino que, además, plantea un grave riesgo para la integridad física de sus ocupantes y también de los transeúntes que necesariamente deben atravesar las vías férreas.
Esa situación debería formar parte de las preocupaciones más acuciantes de las autoridades nacionales, locales y hasta de los mismos vecinos. Las trazas ferroviarias a nivel han desaparecido en buena parte del mundo. Se las reemplazó por tendidos en viaductos o en trincheras, con pasos elevados o bajo nivel. Aquí, la mayor parte de cuanto se hizo para instalar infraestructura de esa clase en el área urbana -poco, por cierto- data de hace muchísimos años; después, vino el tiempo de las promesas interesadas y meramente proselitistas. Recuérdense los pomposos y frustrados anuncios del enterramiento de los rieles de la ex línea Sarmiento. Y tampoco es alentadora la realidad que, en ese sentido, se expone en el Gran Buenos Aires. En todo el territorio metropolitano perduran alrededor de 500 pasos a nivel, un centenar de ellos en plena capital. La única línea que hace ya mucho tiempo dejó de circular por la superficie es la ex Roca que corre en altura entre plaza Constitución y el partido de Avellaneda. Apenas en ciertos casos, las restantes lo hacen parcialmente por viaductos hasta que, todavía en pleno territorio porteño, son devueltas a la superficie. Algunos de aquellos cruces disponen de guardabarreras; otros son automáticos, y no pocos, en especial en el conurbano, tan sólo configuran modestas pasarelas peatonales en las cuales la travesía está sujeta al albur de la aparición imprevista de un tren. Estremece enterarse de que, según cifras oficiales, cada año alrededor de 400 personas, a pie o en vehículos, mueren por causa de accidentes ocurridos en esos escenarios tan propicios para lo trágico. Y que desde 2004 hasta la fecha apenas fueron construidos nueve pasos subterráneos o aéreos en la periferia, mientras que otros tres siguen en construcción; simultáneamente en la ciudad y desde 2006 sólo fueron habilitados cuatro. O que a lo largo de su vida laboral los conductores de los trenes asisten a un promedio de 30 fallecimientos por este motivo. Si es aberrante la pérdida de una vida por desidia y falta de obras públicas, qué decir de la extinción de cuatro centenares por la misma causa. Es cierto que las tres últimas gestiones locales, encabezadas respectivamente por Aníbal Ibarra, Jorge Telerman y Mauricio Macri, fracasaron por falta de recursos, planificaciones incorrectas y apresuramientos varios en la concreción de las obras. En la actualidad, se han continuado las tareas que estaban paralizadas en la avenida Mosconi, en Villa Devoto, y otras cuatro, ubicadas en Belgrano, Chacarita y dos en Núñez, siguen inactivas. Ni se puede ni se debe omitir que muchos vecinos se resisten a tener esos pasos frente a sus domicilios: piensan en los trabajos largamente demorados y, asimismo, en que una vez terminados deprecian las propiedades Mientras sigue muriendo gente en los pasos a nivel, ya sea por distracción, impericia, exceso de audacia o simple fatalidad, hace más o menos tres meses, acá, en la ciudad, fue convocada una licitación privada con miras a la confección de anteproyectos de construcción de cinco pasos subterráneos destinados al tránsito liviano. Para construirlos el gobierno local depende de que la Legislatura le autorice créditos externos por 600 millones de pesos. Es llamativo, por así decirlo, que se trate de una suma aproximadamente similar a la que el gobierno nacional dilapida anualmente en la puesta en escena del "Fútbol para todos". (La Nación)